20 de julio de 2005

Ayer tuve una conversación muy interesante con un chaval en la playa. Ese chico había estado trabajando en Francia durante cinco años. Se fue de Asturias sin tener ni idea de francés. Cuando llegó alli se tuvo que buscar la vida como pudo y trabajó en la construcción y de camarero.

Lo que más me gustó de lo que me contó es algo que siempre me he dicho yo a mí mismo: "Todo el mundo debería ir a vivir al extranjero unos años al cumplir los 18 años". Dijo que se espabila mucho, se aprende a pensar rápido y de otra manera... a buscarse la vida, en pocas palabras.

Él no tenía ni idea de francés, pero cuando el jefe se cabreaba por algo y le explicaban en español el porqué, esa frase ya no se le olvidaba en la vida. Cuando se veia en una situación difícil, aprendió a buscarse la vida para resolverla.

Me gustó mucho lo que me dijo acerca de la filosofía en el trabajo que existe en el resto de Europa. Mientras aquí la tendencia es maltratar al trabajador, explotarlo haciendole trabajar 12 horas al día, no pagan horas extras, y cuando pueden te echan, en Francia este chico trabajando como camarero, dijo que trabajaba religiosamente sus 8 horas, que le pagaban todo según lo estipulado sin ningún tipo de problema, y que había más facilidades que aquí a la hora de recibir dinero cuando estás en el paro. Aunque bueno, yo creo que habrá casos y casos, aunque no es el primero que le oigo hablar bien del trabajo en Europa.

Se quejó también de lo comodones que somos en España. En esto le doy la razón. Aquí hay una tendencia señorial a querer trabajar en la tierra de cada uno, en un trabajo relacionado con lo que se estudia, sin dar oportunidad tan siquiera a intentar salir afuera o buscar otra cosa. Desde luego que yo siempre intentaría buscar un trabajo relacionado con lo mío en mi tierra, para estar con mi familia y mis amigos, pero hay que tener una visión más global, y estar dispuesto a renunciar a estas cosas cuando no queda otro remedio. En este mundo, nosotros somos unos privilegiados entre un mar de países pobres y en guerra. Renunciar a vivir lejos de la tierra en algo que quizás no sea lo que nos guste, no es ninguna tragedia al lado de desgracias como las que vemos muchas veces por la televisión. Además, la posibilidad de trabajar en lo que te gusta y de volver a la tierra, siempre estará ahi, y seguro que se acaba consiguiendo.

En europa, los chicos de 18 se van a otro país sin problemas y suelen tener una forma de pensar con una madurez propia de un español de 25. Esto choca bastante con el estilo español de vivir en casa hasta los 30 buscando un trabajo fijo y una casa que comprar.

Mi gran sueño siempre fue vivir una temporada en el extranjero, en Nueva York, Gran Bretaña o Irlanda, para aprender a hablar inglés perfectamente, para espabilarme, y para crecer como persona. Me encanta comprobar el choque de culturas, como un aspecto tan arraigado en tu vida como una simple comida, o el estilo de una casa, puede ser tan diferente en otro país. Lo que pasa es que irme ahora es un poco tarde. Llevo intentando marcharme desde los 25, y lo más lejos que llegué fue a Madrid porque siempre he tenido (gracias a dios) un trabajo fijo y no era plan echarlo por la borda por seguir un sueño. ¿O sí? A veces me arrepiento, pero bueno, no está todo perdido. Quién sabe si mañana no me quedará otro remedio que emigrar de nuevo, esta vez sí, al extranjero.

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